Una comparsa de peregrinos ofrece su saludo al llegar a su destino, el santuario en la región de Cuzco, Perú. Con el nevado Qollquepunku al fondo. Foto de Javier Orós Vengoa, 2006

Introducción

Paul R. Davis


La Colección Menil cuenta con unas pocas obras andinas—fragmentos de tejidos, mercancías cerámicas y otros ejemplos de la cultura visual de la región, incluidas fotografías—que datan de las primeras civilizaciones hasta el siglo XX. Algunas, como los tres paneles adornados con plumas de guacamayo azules y amarillas vinculados con la civilización Wari (ca. 600–1000) y el fragmento de dos paneles del “Tejido Prisioneros” monumental de la civilización Chimú (ca. 1150–1450), se destacan entre los ejemplos más icónicos de la cultura visual andina. Ocasionada por la exposición Encantado: Historias visuales de los Andes centrales (julio 30–noviembre 14, 2021), que abarca obras que, en su mayoría, no se han expuesto desde que se inauguró el museo en 1987, esta publicación ofrece una nueva oportunidad para estudiar y divulgarlas y de fomentar una mejor comprensión de las historias visuales de los Andes: anécdotas multifacéticas de los pueblos arraigados en capas en los lugares donde han habitado y de los objetos y demás tipos de cultura material que han producido.

Enfocados en obras determinadas de la colección del museo y en sus contextos históricos, los ensayos presentados aquí fueron escritos por antropólogos, historiadores del arte, curadores y conservadores de arte para destacar distintos aspectos de un mundo andino vibrante. El primer conjunto de textos, Para conocer los Andes, pretende establecer un marco para presentar esta inmensa región montañosa y la periodización histórica que suelen emplear los arqueólogos e historiadores del arte para delinear sus civilizaciones antiguas. La diversidad topográfica y climática se citan, con razón, como rasgos característico de los Andes; otra característica es la manera en que los pueblos andinos se han desplazado y prosperado en estas tierras durante miles de años. Una voz experta destacada en el tema es la de la antropóloga Zoila S. Mendoza, autora de muchas publicaciones sobre los festivales religiosos y populares que se celebran todos los años en los Andes. Prosiguiendo con una línea de investigación que inició recientemente como parte de sus estudios eruditos, Mendoza analiza cómo los pueblos andinos se reinventan constantemente y solidifican conocimientos culturales por medio de rituales plasmados en la música, la danza y la comunidad. Para ella, el drama y las dinámicas socioculturales de los festivales son espacios productivos que permiten negociar, impugnar o reafirmar la identidad andina. Mendoza además aporta un breve video que capta este proceso durante una peregrinación de varios días de duración de una aldea al santuario del Señor de la Nieve Brillante (Señor de Qoyllor Rit’i) en las alturas de la montaña de Ausangate cerca de Cuzco.

El estudio de las obras andinas del museo revela momentos decisivos en la formación de la colección a cargo de John y Dominique de Menil a mediados del siglo XX y las aportaciones duraderas de otras figuras clave. La publicación se centra en esta historia mediante la evaluación del impacto intelectual y curatorial de Jermayne MacAgy, el puesto de John de Menil como integrante del consejo directivo del Museum of Primitive Art, y los eventos que motivaron la colección de los de Menil en este ámbito, sobre todo las exposiciones de obras andinas en museos estadounidenses. Una de las primeras introducciones a la cultura visual de la región que tuvieron los de Menil ocurrió cuando conocieron al fotógrafo francés Pierre Verger en una visita a Buenos Aires, Argentina en 1941. Impresionados por su deseo de regresar a los Andes, los de Menil financiaron los viajes del fotógrafo a Bolivia, Perú y Ecuador entre 1942 y 1946. Las casi 200 fotografías en blanco y negro que sacó Verger de festivales religiosos—imágenes que ahora forman parte de la colección del museo—figuraron entre las primeras representaciones de la cultura visual andina realizadas por los de Menil. Durante la década de 1960, el puesto que ocupaba John de Menil en el Museum of Primitive Art en Nueva York sirvió para conectarlo con entonces destacados expertos y entendidos en el arte de los Andes, como el arqueólogo Junius Bird y el marchante John Wise. Bird, Wise y otros especialistas en el tema andino que formaban parte de la red de contactos de los de Menil facilitaron la adquisición de obras andinas importantes y prestaron su orientación respecto a la interpretación de su creciente colección de mercancía cerámica y fragmentos de textiles.

La segunda parte, Tejiendo el mundo, se acerca más a los ejemplos de esta forma de arte que se encuentran albergados en la colección del museo. Resulta imposible minimizar el poder sociopolítico y estético de estos textiles en el mundo andino. Tejidos a mano y de intricado diseño, estos textiles—que afectaron cada fase de la vida de los pueblos de entonces—se usaron como vestimenta, se intercambiaron como tributo y se emplearon para envolver los restos mortales para su entierro. Lamentablemente, el saqueo arqueológico generalizado y la falta de datos sobre la procedencia precisa de los objetos encontrados a menudo imposibilitan la determinación de su función original. El ensayo de Heidi King sobre los paneles adornados con plumas de guacamayo azules y amarillas de la cultura Wari comienza con el descubrimiento de estos materiales en la década de 1940 por huaqueros o buscadores de artefactos que los vendieron enseguida a agentes locales. Si bien la materialidad y confección de los paneles se ha estudiado minuciosamente y, como plantea King, las plumas implican un comercio a larga distancia e intercambio simbólico que se entrecruzaba en la región andina antigua, la excavación y venta clandestinas de estas piezas emplumadas increíbles han limitado las interpretaciones definitivas respecto a su función y la comprensión a fondo de sus diseños abstractos.

Otra autoridad en la materia de textiles andinos, Susan E. Bergh, aporta un ensayo en el que escribe sobre una de las obras existentes más importantes de la cultura Chimú (o Chimor), una civilización del Período Intermedio Tardío centrada en la ciudad antigua de Chan Chan, cerca de la ciudad moderna de Trujillo, Perú. El fragmento grande del Menil, que comprende dos paneles, fue otrora parte de un textil pintado monumental del siglo XIII compuesto por, como mínimo, diez fragmentos conocidos y, posiblemente, otros más que han desaparecido. Los diez fragmentos conocidos, tres de los cuales consisten en dos paneles, nunca se han vuelto a unir, pero se calcula que el tejido completo mide por lo menos 22.9 metros (75 pies). Comúnmente denominado el Tejido Chimú Prisioneros, la obra representa un desfile de cautivos con cuerdas alrededor del cuello, rodeados de y atacados por seres zoomórficos pintados en colores alternos. La escena amenazante evoca la historia de guerras entre las primeras civilizaciones andinas facciosas, pero las imágenes y las dimensiones del tejido ponen de relieve la gran importancia de los textiles. El estudio y la historia contextual del tejido chimú que presenta Bergh se complementan con el ensayo de Kari Dodson, la conservadora de arte del Menil, sobre los paneles del museo. Apoyándose en la imagenología técnica y un análisis instrumental, las investigaciones preliminares de Dodson de los pigmentos y su aplicación aportan datos nuevos a los estudios existentes de otros fragmentos en otras colecciones museológicas y plantean intentos por entender cómo estos fragmentos, ahora separados, fueron combinados en su forma original para crear un solo tejido monumental.

En la parte final, Movimiento y significado, se exploran las transformaciones imperecederas en las artes visuales y cultura andinas a partir de la llegada de los españoles en el siglo XVI. Los ensayos contribuidos por la académica de la University of Houston, Ana Girard, indagan en el conjunto de keros (conocidos también como q’eros)—vasijas ceremoniales vinculadas por lo general con la bebida de chicha, una cerveza hecha de maíz—y una pintura de un icono religioso que representa la Virgen de Belén, todos ellos en la colección del Menil. Como explica Girard, estas obras barrocas tipifican las series de capas complejas que implican las historias visuales locales y coloniales en la región de los Andes. Las danzas y la música que datan de antes de la llegada de los españoles en el siglo XVI y que perduran hasta el día de hoy, representan una larga historia de la amalgamación de diversas prácticas culturales con nuevas tradiciones visuales y religiosas impuestas desde el exterior. Aquí se agradecen en particular la amplia experiencia y los estudios exhaustivos de Zoila Mendoza en materia de los festivales peruanos. Su ensayo sobre la música, danza y organizaciones afines pone en destaque la compaginación estratégica de las distintas tradiciones. Por último, Amy Groleau analiza los ejemplos de esclavinas bordadas producidas en la región de Huancayo, Perú que reposan en las colecciones del Menil y el Museum of International Folk Art, Santa Fe. Estas capas ceremoniales, que se usan durante los festivales de la Virgen de Cocharcas y los desfiles de danza organizados en reconocimiento de la abolición de la esclavitud, se adornan con elaboradas imágenes y símbolos que entremezclan intencionalmente diversos períodos en la historia del Perú y sus figuras nacionales.